Atón

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¿Por qué Atón?

Atón fue el primer dios único. Y lo pagó con su muerte. Isis fue alguna vez mi diosa, una diosa única frente al politeísmo reduccionista de los informáticos, que recortaban los libros como para un album de figuritas.
El dios relacional exigía un mundo tabular, como la línea del altar y la de las gradas. Los sacerdotes y los fieles, columnas y filas de una iglesia en la que todo es una tupla.
El dios matemático reclamaba la fórmula universal, la cifra de la cual derivan todas las demás. Entre una miríada de dioses menores se escondía en realidad el gran dios mercado, dictando sus mandamientos: ganancia, ganancia perseguirás. Ese dios de lo posible, de la realidad, del estándar, ese dios cuyo avatar actual se llama Java.
Isis, en cambio, está muriendo. No la matan los otros dioses sino sus propios sacerdotes: el predicador de la complejidad, que se negaba al reduccionismo de las DBRM pero estaba dispuesto a pagar el precio de la repetibilidad y la escoria consecuente; el monje bibliotecario, Jorge de Burgos, que prefería la verdad revelada, el texto sagrado de los estándares, a la reflexión con todos los textos a la vista.
Es entonces un homenaje a ese primer dios, que nos enseña, no por único, sino por muerto, a desoir las órdenes del Olimpo y del trono, pues sabemos que ellos también serán derribados, por otros dioses, como le pasó a Atón, o por otras entidades que debemos inventar.